Por: Mtra. Nury Moguel Núñez.
Psicóloga deportiva.
Hace más de 20 años, mientras me encontraba realizando prácticas en una escuela secundaria, mis compañeras y yo nos preparábamos para un taller a un grupo de “chicos malos” de la escuela. El director nos había pedido, específicamente, trabajar con ellos porque eran los que más causan problemas al interior de sus salones por la su mala conducta.
Al tener a los chicos reunidos para el taller, les pregunté si sabían por qué estaban ahí a lo que respondieron “¡Claro! ¡Somos los malos! Nos portamos mal, hacemos relajo, molestamos a otros… y no hay nada qué podamos hacer para que los maestros piensen lo contrario”. Al charlar con los chicos esa mañana, nos quedó muy claro que, en realidad, los chicos no eran tan malos después de todo. La mayoría de ellos se encontraba pasando momentos muy duros dentro de hogares disfuncionales, algunas veces siendo víctimas de la agresión o frustraciones de sus familiares. Su falta de habilidades para manejar ese sufrimiento estaba provocando que se descargaran con otros y rara vez recibían realmente ayuda para afrontar sus emociones o problemas de conducta. Era un círculo vicioso del que no sabían cómo escapar.
En el deporte pasa muchas veces algo similar, a menudo los chicos que ejercen bullying sobre sus compañeros experimentan alguna de las siguientes situaciones:
- Reciben demasiada presión por parte de sus padres hacia el rendimiento, lo que los hace estar tensos y enojarse con mayor facilidad hacia los compañeros que se equivocan.
- Vienen de hogares donde la violencia, la crítica y la rivalidad agresiva son parte del día a día, por lo que no tienen buenos modelos de conducta y no saben cómo relacionarse saludablemente. En estos casos, es común que ellos también sean víctimas de violencia en casa.
- Ocasionalmente, son incitados por los mismos padres a romper sus lazos de amistad con los compañeros para competir de manera desleal. En estos casos, los padres pueden justificar la mala conducta o actuar como si no lo supieran, siendo condescendientes con este mal comportamiento.
- Vienen de clubes o academias donde la violencia es algo tan natural, que se ha normalizado y los adultos no ponen límites al respecto.
- Tiene baja autoestima, la cual depende de sus resultados deportivos, por lo que arremeten contra cualquiera que pueda poner en riesgo ese sentimiento de valor personal. En estos casos, es común que molesten a quienes van subiendo sus marcas y amenazan con rebasarles.
- Son chicos que no han desarrollado la inteligencia emocional para manejar sus propias frustraciones o sentimientos, por lo que no han desarrollado tampoco la empatía para sensibilizar con los demás.
Por este motivo, recomiendo a las instituciones deportivas dar apoyo tanto los chicos que son víctimas del bullying como a sus agresores, ya que lo más probable es que ambos chicos la estén pasando bastante mal y requieran la misma cantidad de ayuda de nuestra parte para que puedan salir adelante y disfrutar de una sana convivencia juntos.
¿Sabes cómo actuar si tu hijo es víctima del bullying?
1. Escucha a tu hijo. Es muy importante dejarlo hablar permitiendo que exprese lo que ha ocurrido, así como sus sentimientos, sin juzgar y brindando la seguridad de que lo respaldaremos. Evita culparlo por lo ocurrido.
2. Enseña a tu hijos cuáles son las conductas que representan un acoso, para evitar que normalicen la violencia que se ejerce sobre ellos.
3. Realiza una denuncia por escrito ante las autoridades del equipo (entrenador o directivos) para que se activen los protocolos de prevención y atención al bullying. Es importante que sea por escrito para dejar un antecedente de lo ocurrido.
4. Canaliza a tu hijo para que reciba la atención psicológica necesaria para garantizar su bienestar. Puedes acudir con un psicólogo particular o a la Procuraduría de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de tu ciudad.
5. Si la institución deportiva no toma acciones que garanticen la seguridad de tu hijo, puedes presentar una denuncia ante la Procuraduría de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de tu Estado o ante la Comisión de Derechos Humanos de tu localidad.
¿Debo cambiar a mi hijo de equipo? La CNDH no recomienda llevar a cabo esta acción debido a que no solucionará por sí misma el problema y, además, le quita al niño su derecho al deporte. Sin embargo, deberá de la magnitud de cada caso y de los acuerdos que cada familia consideren mejor para su situación.
¿Como ayudar al deportista agresor?
- Identifica oportunamente el problema. Si eres el entrenador, evalúa la situación y analiza si existen factores dentro de tu academia que estén favoreciendo que esto ocurra. Si es así, replantea los valores de tu institución y establece protocolos de acción para estos casos.
- Manda llamar a los padres del niño y solicita que reciba apoyo de un psicólogo infantil para que pueda desarrollar las habilidades necesarias y/o atender las necesidades emocionales que el niño esté presentando. Mantente al tanto de los avances y apoya en lo que resulte necesario.
- Reestructura tus actividades y dinámicas internas de modo que los entrenamientos busquen favorecer la cooperación, comunicación, resolución de conflictos, asertividad y empatía. Es posible que necesites ayuda de un psicólogo deportivo para reestructurar algunas cosas y aprender algunas estrategias p.
- ¿Debo de expulsar al niño del equipo? Es importante no estigmatizar al deportista agresor, ya que, en la medida de lo posible, es importante buscar un cambio de conducta para que pueda desarrollarse integralmente. Por su parte, la CNDH considera que, expulsar al deportista, implicaría quitarle al niño su derecho de practicar un deporte. De cualquier manera, es importante valorar el grado de agresión que está ocurriendo y hasta qué punto la seguridad de los demás niños está en riesgo (por ejemplo, si han existido golpes o uso de armas dentro del equipo). En cualquier caso, asegúrate de canalizar al niño con un psicólogo clínico infantil para que sea él quien pueda valorar y apoyar de la mejor manera al chico.
