Por: Mtra. Nury M. Suemy Moguel Núñez.
La psicología del deporte es un área especializada de la psicología qué se dedica a estudiar y a intervenir en todo lo relacionado con el mundo de la actividad física, el ejercicio y el deporte, ya sea para maximizar los resultados deportivos o para mejorar el estado de bienestar y salud psicológica del individuo a través de la práctica deportiva.
Es importante recalcar que la psicología deportiva es un área de especialización por lo que la persona que lo ejerce debe de tener una base de formación en la psicología, es decir, ser un Licenciado en Psicología pero también contar con una formación especializada en el área del deporte, ya sea esta una especialidad, una maestría o un doctorado. La razón por la cual es necesario ser un especialista se debe a que en el deporte los procesos psicológicos, es decir los procesos mentales y emocionales son muy diferentes a los que ocurren en la mayoría de las personas debido a que se salen de la norma (estadísticamente hablando). Eso no quiere decir que sea bueno o malo simplemente que las personas que practican un deporte, especialmente quienes se orientan a la alta competencia, muestran características que los hacen ir más allá y que les permiten manejar experiencias de vida que para la mayoría podrían ser insoportables, dolorosas o estresantes.
Tome como un ejemplo cotidiano la disciplina de clavados. Si midiéramos los niveles de estrés cotidianos que una persona es capaz de tolerar en su trabajo o cualquier otra actividad empleando un termómetro de estrés veíamos que la mayoría de las personas necesita un estado de auto control mental que se refleje en una temperatura periférica cercana a los 90 grados Fahrenheit, es decir un nivel de calma pero con cierto enfoque. Sin embargo en un entrenamiento cotidiano, incluso saltando de trampolín de un metro, un clavadista es capaz de tolerar una temperatura de 80 grados Fahrenheit lo cual representaría un nivel de estrés intolerable para la mayoría de las personas y requeriría de una intervención inmediata para recuperar el autocontrol o relajación. Sin embargo estos deportistas y sus mismos organismos han desarrollado la capacidad para manejar estos niveles tan altos de estrés debido a que es necesario para preservar su seguridad en un deporte de riesgo como éste.
Ahora, teniendo como ejemplo la situación anterior podemos ver claramente que, si un psicólogo clínico o un psicólogo general intentaran intervenir en este tipo de circunstancias cotidianas del deporte, probablemente recomendarían al individuo retirarse definitivamente (pues le produce un malestar, algo que la mayoría de los psicólogos de otras áreas consideraría patológico). Solamente un psicólogo especializado en esta área podría comprender el impacto que las cargas de entrenamiento y la misma naturaleza del deporte genera en el individuo y saber hasta qué punto es o no recomendable trabajar la relajación.
Un psicólogo deportivo no solamente conoce de psicología, debe tener conocimiento de otras áreas que pueden influir profundamente en la mente del deportista, tales como la misma metodología del entrenamiento, conocimiento general de psicofisiológica, conocimiento general de nutrición deportiva, de rehabilitación, de musculación y cualquier otro área de especialización relacionada con el deporte. Lo anterior no significa de ninguna manera que psicólogo deportivo pueda dar orientaciones en este sentido, sino que su conocimiento es necesario para poder interactuar y trabajar de manera conjunta en un equipo interdisciplinario de profesionistas que giran en torno al deporte. Solamente así podrá convertirse en un elemento valioso para su equipo deportivo.
El psicólogo deportivo es además, por así decirlo, un pedagogo, un profesionista que se encarga de enseñarle al deportista las habilidades mentales que requiere desarrollar para poder desenvolverse efectivamente en su disciplina y alcanzar sus metas. Por lo tanto debe ser una persona capaz de ejercer un liderazgo positivo y ser modelo de la misma disciplina que exigen sus deportistas.
El psicólogo deportivo no es de ninguna manera un motivador pues su obligación es ayudar al deportista a volverse un ser independiente, auto dirigido y capaz de enfocar su psique hacia el deporte, esté o no esté presente el psicólogo en ese momento.
El psicólogo deportivo no es un amigo del deportista, pues ha de mostrar el mismo nivel de dedicación y atención a cada uno de sus clientes pero, al mismo tiempo, mantener la suficiente distancia profesional para mantener su juicio objetivo.
El psicólogo deportivo tampoco es un protagonista, desafortunadamente él no brilla, él no se cuelga medallas, no se atribuye logros. Tal vez por eso tristemente su papel pasa desapercibido llevando a pensar que su influencia únicamente es observable en el fracaso y pocas veces en el éxito.
Idealmente el psicólogo deportivo ha de ser o haber sido también un deportista, alguien que ama la actividad física y el ejercicio, quien lo ha practicado en algún momento de su vida. De esta manera, le será posible comprender las circunstancias que pasan por la mente y los corazones de sus deportistas.
Finalmente he de decir que el psicólogo deportivo es un modelo, pues su conducta es siempre observada por el equipo y por lo tanto debe procurar ser un modelo digno de ética esfuerzo y dedicación.
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