Por: Mtra. Nury M. Suemy Moguel Núñez.
El tema de la motivación en el deporte quizás sea uno de los más solicitados en consulta por parte de padres y entrenadores. A menudo, se presentan con algún jovencito afirmando que “le falta motivación” basados en el hecho de que repentinamente ha comenzado a negarse a asistir a los entrenamientos, rinde menos de lo habitual o simplemente porque luce triste o desanimado.
El tema de la motivación es más bien algo complejo porque no es algo que pueda descubrirse a simple vista, no basta con mirar el nivel de entusiasmo que el niño o muchacho pone en una actividad pues esto correspondería más bien al nivel de activación, es decir, el nivel de energía el cual puede depender de muchos factores como el nivel de dificultad de la tarea, su nivel de agotamiento físico y mental así como el nivel de interés y curiosidad mismo hacia la actividad que realiza.
La motivación en realidad se trata de una fuerza de avance hacia un punto, que puede ser muy intensa o sutil, agitada o tomar pequeñas pausas, sin embargo siempre hace al individuo avanzar. Estos tres elementos deben ser considerados como parte del mismo proceso motivación: dirección, energía y duración.
Dirección.
La dirección tal vez sea el aspecto de la motivación menos considerado por los adultos. La dirección hacia referencia a las preguntas ¿Qué quiere? Y ¿A dónde quiere llegar? Y señalo que es uno de los aspectos menos considerados debido a que, en la mayoría de los casos, son los adultos quienes establecen las áreas que deberían ser importantes para los niños así como las metas que deberían de ser capaces de desear y añorar. Más aún, en los últimos años, con el aumento de los programas de becas deportivas y el exceso de competencia entre padres de familia por demostrar quién de ellos es el mejor (en función del desempeño que muestran sus hijos) los niños reciben grandes presiones por mostrar desempeños elevados, ganar medallas, clasificar a competencias y enorgullecer a sus padres.
De esta manera, sin importar si los niños estaban interesados inicialmente por el deporte, sus intereses orientados hacia la diversión y el aprendizaje rápidamente son orientados hacia metas que pueden no corresponder completamente a sus intereses inconscientes reales. Desde luego, la motivación presentará deficiencias evidentes.
Energía o intensidad.
La intensidad o energía hace referencia al nivel de entusiasmo, fuerza, dedicación y empeño que podemos ver durante los entrenamientos y competencias. Este factor es muy sensible a diversos factores, desde el nivel de agotamiento físico o mental, la presencia de otros estresores (p. ej. exámenes escolares), el nivel de alimentación y calidad de la dieta así como la calidad de sueño (independientemente del número de horas que se duerma). Muchas veces el nivel de energía es dañado de forma inintencionada al incluir sesiones de entrenamiento toda la semana incluyendo sábados y/o domingos. Aunque muchos entrenadores consideran que en cuestión de cargas “más es mejor”, lo cierto es que las teorías y metodologías del entrenamiento han enfatizado la importancia del descanso para favorecer la asimilación de las cargas a nivel muscular y motor. De la misma manera, el cerebro humano requiere descanso, tanto pasivo (dormir) como activo (distraerse). El descanso activo tal vez sea el que cueste más trabajo comprender a los adultos, pues suelen considerar las actividades de ocio como “pérdidas de tiempo”. “Solo quiere jugar con su celular”, “No quiere entrenar los sábados para salir con su novia” son algunas de las quejas frecuentes. Sin embargo estas actividades de ocio, especialmente las que implican convivencia social, son un elemento importante para que la mente se distrae y se relaje, permitiendo que posteriormente se concentre en la actividad. Mírelo de esta manera: imagine su comida favorita; ahora imagine que la tiene que comer todos los días, desayuno, almuerzo y cena… ¿Sabría igual de rica? No. Lo mismo pasa con el deporte.
Además de este factor otro elemento importante es el ciclo o momento del entrenamiento. Observar bajas de intensidad durante la fase de preparación general (al inicio del ciclo) es algo muy natural, pues la lejanía de la competencia hacia que la mente se relaje. A medida que el periodo de competencias importantes se aproxima, la intensidad de la motivación se hace más observable en el nivel de dedicación y compromiso mostrado. Éste proceso es natural.
De la misma forma, si en el medio del ciclo de entrenamiento se presentan períodos vacaciones (por fiestas navideñas, por ejemplo) será normal observarse una baja de intensidad producto de la falta de actividad. La falta de entrenamiento reduce los niveles de activación en general, lo que hace al deportista sentirse “pesado” o “lento” y mostrar menor entusiasmo y compromiso en los mismos.
Duración.
En realidad la motivación no puede mantenerse enfocada hacia un solo objetivo de manera continua, pues el ser humano es complejo y tiene múltiples necesidades. Sin embargo, esto es completamente natural y saludable. Ningún individuo puede mantenerse enfocado todo el tiempo hacia una meta, pues no sería realmente saludable y reflejaría elementos de posible adicción (algo no recomendable).
Igualmente, si su hijo se encuentra en plena temporada de exámenes, es natural que su motivación hacia el deporte se pausará momentáneamente para darle prioridad al aspecto académico; los problemas familiares o personales igualmente pueden redirigir la atención motivacional temporalmente permitiendo al individuo atender otros aspectos importantes de su vida.
Como puede verse, la motivación es un elemento complejo difícil de influir. Pero ¿Qué podemos hacer como padres o entrenadores para favorecer una motivación deportiva saludable en los niños y jóvenes?
- Conceder libertad. La teoría de la autoeficacia, una de las teorías más prominentes el área de la motivación, señala que la sensación de sentirse libre y elegir libremente es uno de los elementos más vitales para establecer una fuerte y saludable motivación. En este sentido, es importante señalar que la elección de la práctica deportiva, así como la elección del deporte en cuestión y los objetivos deportivos puede ser recomendado por los adultos pero elegido libremente por los mismos niños y jóvenes si se desea que efectivamente la motivación se oriente hacia los mismos.
- Respetar los descansos. Permitir el suficiente descanso es vital tanto para mantener la motivación, como para favorecer el fenómeno de supercompensación (el crecimiento deportivo) y respetar el sano crecimiento del niño. En la medida en la que el niño se agota no solo se pone en riesgo la motivación sino también la salud.
- Favorezca un estilo de vida integral. Estimule otros intereses además del deporte como parte de sus tiempos de ocio, de manera que la mente se relaje y se distraiga. De preferencia, la familia y los amigos deben integrarse en estos tiempos de recreación, ya que los lazos afectivos fortalecen la emocionalidad y actúan como una vacuna para el estrés posterior.
- Anticipe los bajones de energía. Si usted es entrenador, anticipe el hecho de que habrá ciertas fases de la preparación donde los niños muestres bajas de energía y establezca estrategias para ello. Por ejemplo, durante la fase de preparación general puede incluir un día de “entrenamiento lúdico” donde se practique la actividad a modo de juego y relajo. Para el periodo vacacional puede programar cierta carga de actividad física diaria a modo suplementario para que el equipo no se vaya de vacaciones a pasar todo el día descansando.
- No culpe. Presentar bajones de motivación es algo completamente natural. Evite hacer comentarios al respecto o recriminar al deportista al respecto. En lugar de ello brinde apoyo y busque formas de estimular positivamente.
- Evite dar recompensas. Muchos padres de familia e incluso instituciones acostumbran dar regalos o “premios” como una manera de favorecer la motivación. Este constituye un gravísimo error, ya que no solo no favorece la motivación sino que la dirige hacia otro interés: lo material. Con el tiempo sucede que los niños aprenden que ésta constituye una forma muy buena de chantaje para obtener cosas de los padres y la motivación baja cada vez más.
Y si, a pesar de todo esto se presenta la temida situación de que el deportista diga que “ya no quiere ir a entrenar”, no se asuste, permita un par de días de descanso y observe qué otras necesidades pueden estar requiriendo espacio para satisfacerse. A veces los jóvenes solo necesitan un par de días para salir con los amigos o la novia, ver televisión o realmente dormir toda la tarde antes de volver a extrañar su deporte y pedir regresar. Sin embargo, si el sentimiento de desear abandonar permanece más allá de una semana y genera sentimientos de ansiedad o inseguridad en el jovencito, le recomiendo consultar con un psicólogo deportivo para dar la intervención más oportuna.