Por: Psic. Nury Moguel Núñez.
A menudo he escuchado la frase “Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr” la cual parece resaltar la capacidad creadora y desarrolladora de la mente humana; sin embargo, lo opuesto también es cierto, tu propia mente tiene la capacidad de imaginar cosas negativas, fracasos, frustraciones y terribles circunstancias para finalmente llevarte hasta ahí. Sin darte cuenta, tu propia mente pudiera ser la responsable de cada fallo que cometes mientras entrenas, de descuidos inconscientes cuando compites, de que tu motivación parezca apagarse cuando más la necesitas y de muchas cosas más. ¿Hasta qué punto estás consciente del control que tienes de ella? En este artículo platicaremos de aquellos pensamientos de los que tal vez no eres consciente y de cómo pueden estar saboteando tu desempeño.
A menudo digo a mis deportistas que el cerebro NO es la gran máquina que imaginamos, no es la máxima pieza de la evolución ni mucho menos es completamente racional. El cerebro tiene ciertos fallos en su programación, ciertos errores que son previsibles solo cuando conoces su funcionamiento pero que, de lo contrario, puede terminar tomando el control de las cosas que te suceden y que haces, llevándote finalmente no a donde tú quieres llegar, sino a donde ella cree que debes estar. ¿Cómo es esto posible?
Bien, imagina que tu cerebro fuera el hardware de una computadora y la mente humana fuera el software (los programas y aplicaciones que ejecuta). A lo largo de tu vida, tus padres, tus amigos, todas las personas que te acompañan desde niño, así como las experiencias que vas teniendo, y tú mismo, van agregando cierta “programación”, ciertas ideas, formas de ser y pensar sobre el mundo que se vuelven tuyas. Desde luego, ahí afuera existen muchas otras formas de ver e interpretar el mundo. A final de cuentas, terminas mirando, pensando, sintiendo y viviendo de las formas para las cuáles has sido programado y no necesariamente éstas serán las formas correctas. Permíteme darte un ejemplo:
Cuando yo era niña me gustaba practicar todos los deportes que nos enseñaban en la escuela, sin embargo, mis profesores de educación física desalentaban fácilmente a quienes, como yo, éramos bastante pequeños de estatura en comparación con los demás compañeros. “Un basquetbolista debe ser alto” nos decían, “Para ser un buen futbolista, necesitas ser más alto” y así sucesivamente. Con el tiempo, muchos de mis amigos y yo desistimos de formar parte de alguno de los equipos deportivos escolares porque nos insistieron en la idea que tenías que tener cierta estatura para poder practicar un deporte… y nosotros lo creímos. Pero la realidad es que existen muchos otros deportes para los cuáles la estatura no es un factor importante y también es cierto que existen deportistas que han ganado campeonatos a pesar de no tener el cuerpo que idealmente se consideraba el adecuado para su disciplina deportiva. Así, la idea “solo las personas altas pueden ser buenos deportistas” se había convertido en una creencia limitante para mí.
¿Qué son entonces las creencias limitantes? Son ideas, creencias o formas de pensar que hemos formado y que limitan las cosas que hacemos o la forma en que enfrentamos el mundo. Estas ideas suelen estar guardadas en nuestro inconsciente, pero aparecen repentinamente cuando algo las dispara. En el deportista, a menudo aparecen como pensamientos o mensajes que se dice a sí mismo cuando, a mitad de un entrenamiento o competencia, aparece algo de tensión extra.
“No soy suficiente”.
“No tengo lo necesario para este deporte”.
“Nada me sale bien”.
Hasta que el deportista no logre volverse consiente de estas ideas y tome acciones para mantenerlas bajo control, seguirán apareciendo una y otra vez provocando que sea el propio deportista quien sabotee sus esfuerzos, concentración y desempeño deportivo.
En el próximo artículo te platicaré un poco sobre cómo detectarlas oportunamente mientras entrenas y compites. ¿Te gustaría estar al tanto de este tema? Suscríbete a mi blog para recibir una notificación en tu correo electrónico cuando el próximo artículo sea publicado.