Por: Mtra. Nury M. Suemy Moguel Núñez.
Uno de los temas que más preocupa a los deportistas de alta competencia es lo relacionado con el manejo de sus propias emociones alrrededor de los eventos deportivos. Sin importar si se trata de una exhibición, una competencia de preparación o su máximo evento competitivo del año, todos experimentan un incremento del nivel de tensión física y mental alrrededor de estos momentos.
Este cambio emocional es perfectamente natural pues, al tratarse de situaciones que poseen una significancia personal para la consecusión de los objetivos deportivos, desencadenan procesos mentales y emocionales necesarios para el correcto desenvolvimiento en en estos eventos. Y aunque la mayoría de los deportistas reconocer sentir siento temor de ponerse nervioso o ansioso, en realidad ambos procesos contribuyen al desempeño, siempre y cuando se mantengan dentro de un margen que el deportista pueda controlar.
Pero antes de continuar explorando el papel de estos procesos en el deporte es vital aclarar el significado y características de cada uno de ellos. El estrés es una respuesta natural que se presenta ante un evento o situación que el individuo percibe como amenazante. En consecuencia el cuerpo desencadena respuestas como el incremento de la tensión muscular para facilitar al individuo responda a la situación, ya sea atacando o escapando. Presentarse a una competencia con un nivel cero de estrés no resulta realmente beneficioso, pues el lado opuesto (la relajación) produce una pérdida del nivel de tensión muscular y por lo tanto, de la fuerza necesaria para desenvolvese con toda la potencia en la actividad deportiva. Cierto nivel de energía es importante y necesario.
Por su parte, la ansiedad es una experiencia subjetiva de preocupación ante algún evento que se anticipa y se caracteriza por la presencia de pensamientos alrededor de este evento que vienen al individuo involuntariamente. La ansiedad dispara el sistema de alerta de inviduo, haciendo que la persona ponga más atención a ciertos eventos. Cierto nivel de ansiedad resulta positivo para el desempeño tanto para incrementar la atención a los eventos relevantes de la competencia (especialmente en deportes de combate) como para favorecer el aprendizaje en los entrenamientos.

Tanto el estrés como la ansiedad solo resultan contraproducentes cuando los niveles de cualquiera de ellos rebasan la capacidad del individuo para utilizarlos en su favor. Por lo tanto, la intervenición en este sentido no ha de preocuparse tanto por la eliminación o prevención de estos estados como el el entrenamiento para el adecuado manejo y control de ambos procesos.
Para mantener los pensamientos ansiosos bajo control el deportista puede ser entrenado para el empleo de técnicas cognitivas tales como la detención pensamientos, el empleo de automandos y la decatatrofización. Con la ayuda de un psicólogo deportivo, el deportista puede detectar los pensamientos que interfieren con su ejecución así como el modo correcto de manejarlos durante los entrenamientos y competencia. De igual manera, puede aprender la manera correcta de favorecer el flujo de pensamientos positivos y motivadores que sustituyan los pensamientos desagradables.
Para mantener el estrés bajo control y evitar que éste desencadene respuestas que interfieran con el redimiento existen técnicas de naturaleza psicofiológica como el entrenamiento autógeno, la relajación muscular progresiva y la gimnasia respiratoria, entre otras. Es sumamente vital no tomar a ligera ninguna de estas técnicas debido a que, al tratarse de técnicas que afectan las respuestas fisológicas del organismo, requieren de una preparación y práctica para realizarse apropiadamente.
Tanto la ansiedad como el estrés son experiencias humanas y muy naturales que pueden presentarse en todo momento de la vida, incluyendo el deporte. Por esa misma razón no deben ser motivo de preocupación sino mas bien de atención para aprender a convivir con ellas.
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